Tembló la seguridad tras tu valentía. Los días siguientes fueron poco más que una consecución de movimientos esquivas. El teléfono no se rendía y seguía luchando contra la duda. Los días parecían más largos que de costumbre, y las noches se tiñeron de un sabor agridulce, más bien agrio.
Tanto tiempo esperándolo para dejarnos vencer por el miedo. Años es una palabra mayor, y ambos lo sabíamos. Ambos lo sabemos.
Qué más puedo decirte ahora, si no tan en el fondo te sigo echando de menos.
Inténtalo, vuelve a fallar, falla mejor.