martes, 15 de diciembre de 2015

Cuestión de perspectivas

Qué diferente se ve todo desde aquí abajo.

Si giras ligeramente el cuadro, hasta los colores parecen diferentes. De nuevo el baile de piezas, la que movemos adrede, la que dejamos de comodín y la que escondemos bajo la manga, quién sabe si como seguro o como salvavidas.

Y los días cada vez son más cortos y las noches más largas. Y los bares te recuerdan que Sabina ya sabía cómo te ibas a sentir. Y que los tragos son más amargos a medida que avanza la conversación.

Hay una manzana en la nevera que todavía me espera, pero no puedo sucumbir a lo inevitable una vez más. Porque todavía hay mucho que escoger y yo te elegí a ti desde el principio.

El papel de las paredes empieza a arrugarse y ya no quedan pestañas que soplar. Déjame cambiar la historia sin tocar el argumento. Que no quede nada por decir y que las palabras estén de más.

lunes, 7 de diciembre de 2015

White skies

Negro. Como la noche. Como el día cuando no se comparte. Como el betún de los zapatos.

Arte. Como el suyo sacando brillo a las cosas. Como el tuyo dibujando sonrisas y miradas. Como el mío componiendo versos en tu nombre.

Palabras. Como las últimas, pero sobre todo las primeras. Como las que dices en sueños, como las que sueñas despierto. Como las que dices sin pensar, como las que piensas y aun así dices. Palabras prohibidas, palabras sagradas.

Intocable. Como mis manos en estos días blancos. Como tu boca cuando no estás. Como el corazón cuando lo recubres de miedos.

Irresistible. Como tus ojos, tu espalda y tu olor. Como el chocolate entre las sábanas. Como el agua, la espuma y la luz de una vela.

Inmortal. Como una promesa en el tiempo. Como una sensación. Como un sentimiento. Como una canción.


viernes, 4 de diciembre de 2015

All we want.

Otro amanecer precipitado. Otro paseo destemplado e irremediablemente expectante.

A veces me pregunto cuándo dejará el tiempo de castigarnos, cuándo volverá la primavera al Parque del Oeste. Otras veces simplemente me dejo de preguntar.

El café ya no sabe igual y el despertador empieza a estar de más. Las hojas siguen cayendo y solo se nos permite mirar.

El invierno ha llegado desconcertado. Desconcertante. Parece que el tiempo, como yo, no entiende de distancias.

Pero la senda continúa y cada vez estamos más perdidos. Y más lejos. Y seguimos caminando sin buscar una razón. Pero en este bosque no hay pájaros carpinteros, ni lobos. En esta oscuridad de nuevo estamos solos. Y empieza a hacer frío... y el abrigo nunca fue suficiente.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Sweet November

A veces es demasiado tarde.

A veces los sentimientos colapsan y las buenas intenciones no son suficientes para salvarte.
A veces las palabras no son sino suspiros, y los gestos no son más que recuerdos de lo bello que fue todo algún día.
A veces todo parece pequeño, todo parece insuficiente. A veces la sensación de que la ilusión se escapa es tan intensa que apenas puedes recordar cómo te hacía sentir.
A veces la peor solución parece la única alternativa. A veces la vida se cobra tu mayor regalo con la fugacidad de un suspiro, con la crueldad de un adiós.
A veces la caída es tan fuerte que parece imposible volver a ponerse en pie.
A veces el dolor es tan grande que es insoportable, pero increíble al mismo tiempo.
A veces el sentimiento de tu ausencia se antoja como un mal sueño del que no consigues despertar. Como una pesadilla que te acompaña en cada silencio y no te regala ni un segundo de paz.
A veces el pecho no puede estar más repleto de amor, pesar y miedo. Amor del verdadero. Pesar del más sincero. Y miedo por todo lo que queda por hacer; por todo lo entresoñado y deseado. Miedo a perder lo más preciado: el corazón.
A veces la única alternativa es dejar escapar para poder recuperar.

A veces no es demasiado tarde porque se trata de ti. Al menos eso quiero pensar. Pero hoy no estás tú.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Taro

Una carretera teñida con los colores del otoño. Un amanecer, un atardecer y una canción, constante, embaucadora, casi obsesiva.

Una gota de lluvia en la mejilla, una bocanada de viento en la nuca, gélida, extrañamente apacible.

Un camino incaminable, Un camino atemporal. El camino de una vida o de una parte perenne de ella. El camino donde te encontré y te perdí, donde te soñé y te dejé escapar entre mis dedos, como el aire que se escapa de tu boca cuando ríes, como se escapa la felicidad cuando nos dejamos llevar por nuestras pasiones.

Y te perdí, como se pierden las cosas buenas de la vida. Sin darnos cuenta, sin querérnosla dar.

Quién sabe cómo y dónde. Te perdí y volví a buscarte, entre la lluvia y el barro, entre la sangre y el sudor... y me encontré sin encontrarte, con el amor y la impotencia de quien pierde lo que más quería; entre la desesperación y el temor de haber perdido demasiado.

Un domingo cualquiera del mes de septiembre una parte de mí dejó de ser yo. Menos mal que estabas tú.


Igual que a ti, igual que a mí, la realidad los aplastaba.