miércoles, 28 de septiembre de 2011

Escape.

...Y huyó. 
Huyó como conejillo presa de una manada de lobos. Huyó entre la grava de un sendero a medio hacer, acelerando el crujir no demasiado amable de las ramas que destrozaba con cada torpe zancada. 
Corrió como alma que lleva el diablo sin mirar atrás, sin permitirse dudar ni un instante que había opciones más allá de seguir corriendo. -No las había; nunca las hubo-.
Dejó atrás el estruendo de gritos que se había convertido en un apenas perceptible murmullo que cuestionaba el poder del viento, insolente en cada recoveco y cada pensamiento vacilante.
Se adentró, se alejó, derribó y esquivó cada china en el zapato, cada bofetada inesperada y evidente. Nunca había estado tan lejos ni se había sentido tan fuerte. 
Huyó. Huyó de ti y te encontró a la vuelta de ninguna esquina en cuanto paró segundo y medio a recuperar el aliento. 
Una vez más, mi amor, huír no sirvió para nada.

2 comentarios:

Igual que a ti, igual que a mí, la realidad los aplastaba.