Y la vida sigue, y el dolor no duele. Las heridas que traté de aliviar con alcohol, el recuerdo de los recuerdos.
Recorriendo a ciegas el camino que memoricé como la palma de mi mano aquella vez, aquellos días. Todo es igual aunque todo haya cambiado. El tiempo no espera, y nosotros seguimos teniendo demasiada prisa. Paso a paso, primavera, verano, otoño, invierno. Y así una y otra vez; la dulce monotonía. Pero otra vez llega el frío, y otra vez estoy aquí, volando demasiado alto, precipitándome al vacío, ganándome a pulso una caída más que certera. Poniéndome condiciones, prohibiéndome, por primera vez, lo irreflexivo. Sobrellevando lo banal, cuidando los detalles.
Dime cuándo me vas a dejar entrar, que empiezo a sentirme cansada y necesito un lugar donde empezar... de nuevo.
El valor para soplar donde ya no queda nada, dicen. La ceniza en llamas. Déjala arder, arde conmigo.
mírala qué guapa
ResponderEliminarEntre la entrada, y tus ojos... me pierdo... yo es que me pierdo.
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