martes, 25 de enero de 2011

La ceniza en llamas.

Y la vida sigue, y el dolor no duele. Las heridas que traté de aliviar con alcohol, el recuerdo de los recuerdos.
Recorriendo a ciegas el camino que memoricé como la palma de mi mano aquella vez, aquellos días. Todo es igual aunque todo haya cambiado. El tiempo no espera, y nosotros seguimos teniendo demasiada prisa. Paso a paso, primavera, verano, otoño, invierno. Y así una y otra vez; la dulce monotonía. Pero otra vez llega el frío, y otra vez estoy aquí, volando demasiado alto, precipitándome al vacío, ganándome a pulso una caída más que certera. Poniéndome condiciones, prohibiéndome, por primera vez, lo irreflexivo. Sobrellevando lo banal, cuidando los detalles.
Dime cuándo me vas a dejar entrar, que empiezo a sentirme cansada y necesito un lugar donde empezar... de nuevo.
El valor para soplar donde ya no queda nada, dicen. La ceniza en llamas. Déjala arder, arde conmigo.


2 comentarios:

Igual que a ti, igual que a mí, la realidad los aplastaba.