Sin duda sólo tenemos una vida. Pero no una sola oportunidad.
La tendencia a lamentar los movimientos en falso cometidos o aquellos que nunca llegamos a cometer incrementa con el tiempo y las personas. Cegados por el anhelo y la aparente necesidad de alcanzar lo que culmina en perfección tanteamos, retrocedemos, vigilamos cada paso, obsesivos, vulnerables. Frágiles.
¿Tanto nos cuesta considerar que lo mágico es natural, efímero, y sobre todo imperfecto?
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